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22/05/2025
“Mona”: precariedad laboral, humor ácido, ópera y cuarteto en un unipersonal que es una proeza escénica

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La protagonista de la nueva obra escrita y dirigida por Paula Grinszpan y Lucía Maciel es Gogo Maldini, quien canta, actúa y despliega varios personajes.Las funciones son en el Centro Cultural Morán
>Empecemos por el argumento: Mónica es empleada de un call center y cada día soporta el hostigamiento de su supervisor y la rutina de un trabajo que la convierte en una autómata. Precarizada, asfixiada, vende tarjetas de crédito y los sueños de consumo que ella nunca alcanzará. Un día, aparece una mujer que dice llegar desde una enigmática comunidad serrana -que se supone espiritual, sanísima y la solución al estrés y la insatisfacción de Mónica- y la seduce con promesas e ilusiones exageradas y vanas. Brevemente así podría describirse el argumento de Mona, una ópera serrana, el impactante unipersonal escrito y dirigido por Paula Grinszpan y Lucía Maciel (Con una puesta minimalista e interpretada por una versátil y sorprendente Gogó Maldino, con una destacada trayectoria en el teatro independiente y público (La Traducción, dirigida por Matías Feldman y Capricho, dirigida por Tamara Belenky, entre otras), la obra despliega una serie de personajes que son encarnados por la misma actriz: además de Mónica, Maldino es su jefe, una compañera de trabajo y también la mujer de la espiritualidad falsa que se presenta como el hada madrina que la ayudará a fugarse del fracaso. La música no es un accesorio ya que también es protagonista: hay fragmentos de ópera, una aria escrita especialmente para la pieza y una versión libre de un famoso tema de La Mona Jiménez, lo que deviene en un cruce insólito y muy productivo entre la alta cultura y la cultura popular.
La obra se aleja deliberadamente de la ópera tradicional y toma elementos del género en una propuesta que recuerda algunas óperas clásicas, pero en combinación con guiños vinculados al universo de la Mona Jiménez como los anteojos oscuros, los rulos, los brillos, el kitsch en su esplendor. El diseño es obra de Johanna Wilhelm, (la prestigiosa artista visual que diseñó El hombre que perdió su sombra), mientras que el vestuario es obra de Sofía Di Nunzio, alguien con trayectoria en el mundo de la ópera.Lucía Maciel, una de las creadoras de Mona, reconstruyó para Infobae el origen de la pieza. “Con Paula ya veníamos trabajando en la dirección de otras obras y teníamos ganas de hacer un unipersonal, también como una manera de trabajar en el terreno de lo posible dentro de lo que es el teatro independiente: hacer una obra con menos personas o como compañías más pequeñas, que después son también más fáciles de sostener en el tiempo”, cuenta.
— ¿Cómo eligieron a la protagonista de “Mona”?— Paula tenía una alumna de la que me hablaba siempre y me decía: estaría bueno hacer algo con ella, que canta ópera. Esa alumna era Gogó Maldino. Gogó tenía un material muy breve relacionado con la Mona Jiménez, que si bien no tiene tanto que ver con lo que hicimos después, fue un disparador. Era una piecita muy cortita y con eso y con el tema de la ópera, teniendo en cuenta las dotes de Gogó, escribimos la obra.— ¿Cómo fue el proceso y cómo se dio la idea de la puesta?— ¿Cuándo y cómo se generaron los personajes?
— Fueron surgiendo en los ensayos, de una manera muy lúdica. Siempre trabajamos en una zona de juego y de prueba. Los personajes no estaban escritos sino que surgieron a partir de la improvisación y también desde la música.— Con Paula sentimos que desde el humor hay algo que permite quitarle solemnidad a los temas, más allá de que sigan siendo graves y profundos. También permite hacer la vida un poco más llevadera. Además, desde el humor es posible desnaturalizar algunas cosas que uno asume y las vive sin hacerse preguntas. Me gusta esa frase que habla de “ver al mago de costado”, eso es lo que permite el humor, ver el revés de la trama y pensar que ciertas cosas no son finalmente tan normales.
La actuación de Gogo Maldino en Mona es impactante. El abanico de formas y voces que marcan el paso de uno a otro personaje llama primero al desconcierto y, enseguida, a la celebración de su talento. ¿Pero cómo se construye semejante paleta de personalidades?— Siento mucha curiosidad por saber cómo te sentís al terminar las funciones, después de esa proeza escénica que es componer tantos personajes y pasar de uno a otro en cuestión de segundos…
— Siempre después de actuar termino muy arriba porque se desprende una cantidad de adrenalina que te mantiene muy alerta y eso después persiste un poco. Como esta obra es distinta a las otras que hice –nunca antes había hecho un unipersonal– ahora es diferente. En otras obras, si alguna vez tenés alguna función en la que estás más pinchadita o desconectada, mirás a un compañero o a una compañera y siempre te va a devolver algo que te conecta. Acá, al ser un unipersonal el grado de responsabilidad y atención es mucho mayor, por ende también la adrenalina es mucho mayor. Termino más pasada que con cualquier obra, pero después la caída es más abrupta también. Entonces, estoy un rato muy arriba y después, de un segundo al otro, se me apaga la tele por completo. Es como si el cuerpo cayera en la cuenta de todo lo que pasó. La verdad es que después de tantos años de dedicarme a esto, hay algo del oficio. En Mona particularmente tengo un despliegue muy agotador, pero la adrenalina y el disfrute son tan grandes que son una compensación y nunca termino rota ni es un delirio de cansancio. La sensación que te queda en el cuerpo de haber actuado es algo muy impresionante..
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