Domingo 7 de Diciembre de 2025

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07/12/2025

Cómo es el plan de la NASA para construir casas en Marte usando bacterias terrestres

Fuente: 1765098002

La combinación de dos microorganismos crearía un cocultivo aglutinante que se podría mezclar con rocas y polvo marciano para levantar hábitats que posibiliten establecer una colonia humana permanente en el planeta rojo

>La idea de instalarse en Sin embargo, cada avance hacia ese destino expone un dilema central: cualquier misión que pretenda sostener vida en ese entorno hostil necesita estructuras resistentes y sistemas confiables que protejan a los astronautas. Y casi nada de lo necesario se encuentra a mano.

Transportar toneladas de equipamiento desde la Tierra vuelve la misión ineficiente y extremadamente costosa. Esa limitación impulsó la búsqueda de soluciones innovadoras que permitan valerse del propio suelo marciano para crear lo indispensable.

En los últimos años, distintas líneas de investigación tomaron fuerza dentro del enfoque conocido como utilización de recursos in situ, una estrategia que consiste en usar materiales nativos del lugar de destino para reducir la dependencia terrestre.

Ahora, un trabajo reciente desarrollado en la Universidad Politécnica de Milán elevó ese concepto a una dimensión nueva al plantear una posibilidad sorprendente: fabricar materiales de construcción en Marte gracias a un sistema biológico basado en dos bacterias capaces de transformar el regolito en un bloque sólido y resistente. El trabajo fue Este avance se apoya en un proceso natural presente en la Tierra desde edades remotas: la biomineralización. Así como los organismos primitivos ayudaron a moldear costas, arrecifes y formaciones minerales, los científicos creen que la misma lógica podría reproducirse en Marte.

En el centro del hallazgo aparecen dos especies conocidas por su desempeño en ambientes extremos: Sporosarcina pasteurii y Chroococcidiopsis.

Según los investigadores, al combinar ambas especies en un cocultivo se obtiene una materia prima única. Sporosarcina pasteurii secreta polímeros naturales que estimulan la formación de minerales y fortalecen el regolito, mientras que Chroococcidiopsis aporta oxígeno y crea un microambiente que favorece el funcionamiento de su compañera.

Esa alianza microbiana también ofrece una ventaja crucial: la sustancia polimérica producida por la cianobacteria protege a Sporosarcina pasteurii frente a la radiación UV, una amenaza constante en la superficie marciana.

El equipo de Milán resumió su visión con una frase que condensa el potencial del método: “La esporosarcina secreta polímeros naturales que fomentan el crecimiento mineral y fortalecen el regolito, convirtiendo el suelo suelto en un material sólido similar al hormigón. Prevemos este cocultivo bacteriano mezclado con el regolito marciano como materia prima para la impresión 3D en Marte”.

Marte fue, hace miles de millones de años, un planeta con características mucho más amables para la vida. Su atmósfera era más densa y su superficie mostraba ríos y lagos que hoy solo sobreviven como huellas fósiles. Con el tiempo, la radiación solar erosionó su manto protector y dejó un mundo frío, desértico y expuesto.

La presión atmosférica actual es inferior al uno por ciento de la terrestre y sus temperaturas varían entre -90 °C y picos poco frecuentes que apenas superan los 20 °C. A esto se suma la ausencia de aire respirable y una radiación constante que amenaza cualquier organismo sin protección.

La biomineralización aplicada al regolito funciona como una respuesta natural a esa necesidad. Su principal virtud es el aprovechamiento de un recurso abundante: la superficie de Marte está cubierta por una mezcla de polvo, fragmentos de rocas y minerales que pueden unirse con los polímeros adecuados.

Además, el cocultivo presenta una ventaja complementaria. Chroococcidiopsis produce oxígeno, lo que significa que, dentro de sistemas cerrados, podría colaborar con el soporte vital de los astronautas.

Sporosarcina pasteurii, por su parte, genera amoníaco como subproducto metabólico, una sustancia que podría aprovecharse para fertilizar cultivos en sistemas agrícolas de circuito cerrado. Ese aspecto abre la puerta a una futura autosuficiencia alimentaria y se vincula con los primeros pasos de una eventual terraformación.

El equipo lo resume en el texto original de la investigación: “La Chroococcidiopsis, con su capacidad de producir oxígeno, podría contribuir no sólo a la integridad del hábitat sino también a los sistemas de soporte vital de los astronautas”.

Eso no significa que el método de construcción actual dependa de microbios autóctonos —los investigadores insisten en evitar una contaminación cruzada que afecte el estudio del planeta—, pero sí inspira reflexiones sobre cómo la vida, en cualquiera de sus variantes, puede actuar como agente geológico.

Aunque los beneficios potenciales del método son evidentes, el camino hacia una aplicación real todavía requiere validación. Las agencias espaciales planean establecer el primer hábitat humano en Marte hacia la década de 2040, pero la misión de retorno de muestras, esencial para estudiar en detalle el regolito real, enfrenta demoras continuas.

Estos simuladores permiten avanzar en fases críticas del proceso. El desafío principal consiste en comprobar cómo se comportan los cocultivos al interactuar con un sustrato que replica el suelo marciano y cómo responden a factores de estrés como la radiación, la baja presión o la extrema variabilidad térmica.

Cada ensayo suma información para ajustar los modelos predictivos que definirán la conducta de la biocementación bajo condiciones reales.

Replicar la gravedad marciana en la Tierra representa un desafío técnico complejo, pero indispensable para anticipar el comportamiento de los materiales durante la construcción. Los investigadores señalan que la eficiencia del proceso requerirá sistemas autónomos capaces de funcionar con supervisión limitada, dado que las actividades en superficie serán riesgosas para cualquier astronauta.

A pesar de esas limitaciones, cada avance del proyecto mejora la perspectiva a largo plazo. Si los experimentos continúan validando la resistencia del material producido y la estabilidad del cocultivo, los futuros colonos podrían contar con una técnica que combine versatilidad, bajo costo y autonomía.

En ese escenario, la presencia humana en Marte dejaría de depender de cargamentos repetidos desde la Tierra y evolucionaría hacia un sistema autosostenible.

La investigación que impulsa este progreso resume su impacto potencial en una frase que refleja el espíritu del hallazgo: “Aprovechar los materiales locales es la clave para impulsar la presencia humana sostenible en Marte, destacaron los expertos”.

Fuente: 1765098002

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